domingo, 9 de octubre de 2011


El viernes 7 de octubre, después de unas merecidas vacaciones, se inició el nuevo curso en el Centro Cultural Ángel Leiva. Para la apertura contamos con la estupenda poeta María José Collado, las imágenes y símbolos característicos de sus versos, así como el son de la guitarra de Juan Pablo Fernández García, hicieron que la llegada del otoño se convirtiera en una celebración de la poesía

PRÓLOGO


La labor poética de María José Collado se caracteriza por una constante evolución desde sus inicios hasta el presente poemario, Tapiz de agua, de la colección El hilo creador. Ello supone una
búsqueda consciente de nuevas fórmulas estilísticas que se superponen a las anteriores en una síntesis perfecta de renovación e integración.
Trabajo, talento e inspiración forman labase de su poesía, así como un conocimiento profundo del Surrealismo, de la Generación del 27, actuales. Para hacer poesía hay que leer poesía, pero
ese conocimiento de la literatura es una mera
referencia, adquiriendo una voz inconfundible,
auténtica y llena de sentimientos, expresados a
través de personificaciones, metáforas e imágenes
surrealistas sorprendentes, llenas de símbolos muy personales.
Los temas tratados son universales, a los que dota de una significación trascendente: la niñez rescatada en una mirada (“Asoma un niño a las ventanas/ de su rostro…”), la vejez (“Duelen/ sus varices, su pecho/ sin nido, las lágrimas/
guardadas…”), el duro contraste entre belleza y pobreza (“…de las casas ruinosas/ surgen reinas descalzas, / joyas de algún marchito reino…”), la complicidad del instante, los sueños que nos arrastran a un abismo de pesadillas (“Tentáculos me abisman/ al mundo de los sueños…”), la imposibilidad de expresar las emociones, el paso
inexorable del tiempo
(“…estanterías de lo que
fuimos…”), el deseo primitivo (“…un mapa de
pasiones/ en el corazón del establo.”), los
recuerdos, la nostalgia, tristeza, mucha tristeza y
desconsuelo, pero por encima de todo se alza un
grito vibrante de vida (“Soy el latido redondo del árbol…”), una urgencia inmediata de “mudanza”, esperanza y renacimiento y una necesidad imperiosa de libertad (“Será que elmundo es ancho
y quiere conocerlo, / para volver un día a los acantilados, al mar/ de sus recuerdos, volar en círculos sobre el ojo/ del viejo faro, contarle a otras gaviotas/ que más allá hay cosas que nunca imaginaron.”).
En definitiva, un bello poemario, cuidado a conciencia, que, seguro, conmoverá la sensibilidad de todos. Un punto y seguido en ese ejercicio continuo de cambio que marca el quehacer literario de María José Collado.
Autora: Lola Mejías

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